martes, 4 de diciembre de 2012

Dignidad

A pesar de todo, desvió la mirada y toda duda se desvaneció en ese mismo momento.


No había modo de ocultar lo que le había hecho.
La traición era evidente.
Ella lo negaba.
Pero él la conocía demasiado bien.

Antes de amor, había habido amistad verdadera entre ellos.
Después del amor, una simple capa de amistad superficial.

Si le quería, ¿por qué le engañaba?
Y si no le quería, ¿por qué mentirle?
Pero los ojos esquivos de ella, revelaban la verdad.

Había sido traicionado.

Durante todo ese tiempo el quiso no saberlo.
Pero las verdades son así, tarde o temprano caen sobre nosotros como una losa, y debemos llevarlas encima para siempre.

Dijese lo que ella dijese, el ya conocía la realidad.



Y por mucho que la quisiese, supo lo que debía hacer en aquel mismo momento.

2 comentarios:

  1. Las traiciones duelen ya de por sí, por la espalda son mucho peores. Y la venganza no suele ser la solución a los problemas.

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  2. oh pero el no iba a vengarse, iba a hacer lo correcto

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