No sabemos que es la vida.
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No hay un guión escrito, no tenemos idea de que va esto.
¿Hay un significado?
¿No hay nada?
Decía Nietzsche que sólo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder.
Y yo creo que las únicas preguntas a las que podemos resolver son las que hablan del ahora.
¿Qué ves ahora? ¿Qué pasa ahora? ¿Qué sientes ahora? ¿Cómo eres ahora? ¿Qué crees ahora?
Esas, y demás preguntas sobre el presente son las que, si nos sinceramos con nosotros mismos, podemos resolver sin miedo a caer en la mentira. Porque tú solo conoces bien el ahora.
La memoria no es infalible, no es posible recordar a la perfección lo que ha pasado, lo que eras, lo que sentías antes.
Tampoco es posible conocer el futuro. Nadie sabe lo que le depara el tiempo y no se puede decir "de este agua no beberé".
El ahora es todo lo que tenemos.
Y es hora de dejarse llevar.
Porque tenemos un instinto.
Y quizás este instinto, esa voz interior a la que no siempre escuchamos, nos está tratando de decir algo muy importante.
A menudo la acallamos, recordando veces en las que nos hemos equivocado "por su culpa".
Pero creo que la culpa no es de la voz, sino un fallo en la interpretación. Es normal, nadie nos ha enseñado a escucharla.
No es fácil. Hay que afinar el oído para oírla. Hay aprender a entender su significado, a interpretar bien lo que trata de decirnos. Hay que relajar esas barreras y dejar que penetre en tu interior y te diga por qué está ahí, por qué ha despertado.
Que si el presente es nuestra única pertenencia, quiero disfrutarla al máximo.
Y eso sólo es posible cuando no me peleo con una parte de mi.
Cuando me escucho, cuando cojo lo que tengo y decido disfrutarlo, cuando me dejo llevar, entonces estoy más cerca de ser yo.