Vivimos en un mundo extraño.
Podemos conocer mejor a alguien que vive en la otra punta del mundo que a nuestros vecinos.
Tenemos la capacidad de ver y oír a alguien que no está con nosotros.
Nos sentimos conectados a personas famosas que no saben ni que existimos.
Y es ilógico. Nuestra naturaleza no lo soporta.
¿Cómo vamos a esperar que alguien sea espontáneo si para serlo tiene que desplazarse 50 kilómetros?
¿Cómo podemos olvidar a alguien y dejarlo pasar si tenemos la oportunidad de verlo una y otra vez?
¿Es natural que nos importen las cosas que no están a nuestro alcance?
No estamos hechos para la distancia, ni para lo que no se puede tocar.
¿Nunca habéis sentido que echáis de menos a alguien a quien no conocéis realmente?
Es incorrecto.
La falsa sensación de cercanía.
Que nos falte el olor y el tacto de las cosas.
El olvido imposible.
Tenemos cerca cosas que nunca hemos tocado y elegimos lo que está lejos.
Tal vez no vivamos en un mundo extraño, sino seamos nosotros los extraños.
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Podemos conocer mejor a alguien que vive en la otra punta del mundo que a nuestros vecinos.
Tenemos la capacidad de ver y oír a alguien que no está con nosotros.
Nos sentimos conectados a personas famosas que no saben ni que existimos.
Y es ilógico. Nuestra naturaleza no lo soporta.
¿Cómo vamos a esperar que alguien sea espontáneo si para serlo tiene que desplazarse 50 kilómetros?
¿Cómo podemos olvidar a alguien y dejarlo pasar si tenemos la oportunidad de verlo una y otra vez?
¿Es natural que nos importen las cosas que no están a nuestro alcance?
No estamos hechos para la distancia, ni para lo que no se puede tocar.
¿Nunca habéis sentido que echáis de menos a alguien a quien no conocéis realmente?
Es incorrecto.
La falsa sensación de cercanía.
Que nos falte el olor y el tacto de las cosas.
El olvido imposible.
Tenemos cerca cosas que nunca hemos tocado y elegimos lo que está lejos.
Tal vez no vivamos en un mundo extraño, sino seamos nosotros los extraños.
¿A dónde van a parar los sueños?