lunes, 31 de octubre de 2016

Palabras

Las palabras se las lleva el viento,
pero no desaparecen
Sin acto quedan vacías, 
desmerecen, 
obedecen al destiempo 
en el limbo de tu memoria, 
esperando un momento 
de paranoia transitoria.

Y luego vuelven 
como una fábula irrisoria.
Karma, si te encuentras aquí, 
no te olvides de esta historia.

Se abren hueco en tu coco y crean un eco.
Te prenden fuego y no te ayudan 
sino que vienen a extenderlo. 
Escuecen fuerte en tu mente, suplicas, 
quieres que cesen, salpican
dónde más duele.
Sarna a disgusto no pica, te muerde.

Y luego entiendes
que el pasado ya no importa
Solo tienes un momento
para cambiar toda la historia.

Mide bien lo que hablas
por si algún día lo tragas
escoge bien tus palabras
que no te salgan forzadas,
No intentes ser quien no eres
no te esfuerces, no puedes
vive entonces el presente
y recuerda quien vive la vida de otro muere.
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domingo, 9 de octubre de 2016

Otoño

Y llega la melancolía otoñal.
Llegan los jerseys y las noches de películas.


El olor a tierra mojada, el barro en mis botas.
Leer en el parque los días de sol, mirar la lluvia desde mi ventana.
Los paraguas, el viento y las hojas que invaden la ciudad.




La música cantada a pleno pulmón, bailada cómo si fuese la vida en ello.
Los escalofríos, conocer gente nueva y enamorarse cada día de la vida.




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jueves, 6 de octubre de 2016

Me echaba de menos

Sí, hace tiempo que no escribo.

Tenía eso que llaman habitualmente el bloqueo del escritor. Y yo me preguntaba ¿por qué quiero escribir pero no soy capaz?

He estado meses dejando páginas en blanco o dejando a media textos que no me inspiraban nada. Muchos temas de los que quería hablar, pero una incapacidad absoluta para expresarlos.
O directamente ni lo intentaba.
Y después de mucha frustración, aquí estoy, y ahora entiendo que no era un simple bloqueo del escritor. Mi bloqueo era total o, en otras palabras, yo no estaba siendo yo.

Estaba apática. Estaba aislada. Estaba metida en mi burbuja.
Y tensa, muy tensa.
Cuando te pasa esto no ves la razón (a veces porque no quieres verla) y niegas que haya tal crisis, pero ahí está la crisis e invade todo tu cuerpo.

Es como un ligero pitido en los oídos que decides ignorar, pero persiste y va desquiciándote poco a poco casi sin que te des cuenta.

Hasta que decides dejar de ignorar el problema. Y cuando lo haces, la presión que tienes en el pecho, poco a poco va desapareciendo y el pitido se convierte en una voz, una voz que te dice algo que debes escuchar.


Y de nuevo, eres tú.


Y hasta que no me miré al espejo, 
no me di cuenta de todo lo que me había echado de menos.
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