sábado, 20 de abril de 2013

El Impulso

Miles de posibilidades.

Pero parece que las cosas nunca cambian.
Y es que somos predecibles. Controlados.

Normalmente, no seguimos el impulso.

Día a día, deseamos hacer cosas, pero no las hacemos.
Deseas hacer pellas con tus amigos.
Pegar al vecino porque ha dejado que su perro se mee en tu portal.
Besar a esa persona que tanto te gusta, pero que no te corresponde.
Desaparecer, fugarte a una isla y no echar la vista atrás.

Pero no lo haces. ¿Por qué?
Porque si lo hicieses, podrías perder cosas que te importan más que un simple deseo.
Podrías perder el curso y hacérselo perder a tus amigos.
Tu vecino podría ponerte una denuncia.
Tendrías todas las papeletas de perder a esa persona y de buscarte un problema.
Perderías parte de tu vida y el día que mirases para atrás te sentirías solo.

Pero... Hacer lo correcto siempre, ¿te puede hacer feliz?
¿Van a cambiar las cosas si siempre haces lo que debes?

NO

Y es que la vida no es ni una cosa, ni la otra.

Hay que encontrar los impulsos que merezca la pena seguir.
¿Y cuáles son esos impulsos?

Los que solamente te dan miedo.
Los que no puedan acabar con tu felicidad.
Los que el instinto te aconseje seguir.
Los que tu corazón no pueda dejar escapar.



¿Y si te hartas de desearlo y lo haces?


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