jueves, 9 de diciembre de 2010

La ciudad

Aún en la noche más profunda, la ciudad nos deslumbra con sus luces, sus sonidos, su gente...

Incluso apoyada en tu hombro, mis pies están demasiado cansados sobre estos tacones y te pido que nos sentemos un momento.
Escoges un banco algo escondido en un parque. Me desabrochas lentamente los zapatos y los dejas a un lado.

Te siento cerca, puedo olerte, notar tu calor.
Nuestras manos se rencuentran como viejos conocidos que no se ven desde hace tiempo en una reconfortante sensación entre dulzura y melancolía.

Quizás sean las luces de neon, los carteles luminosos, las farolas, la hora o simplemente la mágia de la ciudad, pero mi sentido común está apagado o fuera de cobertura. He dejado de pensar hace un rato y dejo que la distancia se acorte.


Me besas la frente y busco tus ojos para fundirnos en una mirada llena de sentimientos contradictorios.

El magnetismo de tu mirada.
Lo que nos une.
Lo que nos separa.
Todo.

No se lo que tú sientes ni lo que yo siento.
Solo se que por esta noche soy tuya.






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