Sí, estoy asustada por lo que puedas ver. Es posible que no te guste.
Estoy lejos de la perfección.
Tengo mil defectos. He cometido errores.
Y me han hecho daño. Pero eso ya lo sabes.
¿Sabes? No siempre me gusto. Y a veces olvido que quiero que me veas a mi y me pongo una máscara.
Pero realmente quiero mostrarme a ti tal y como soy.
Porque soy imperfecta, sí, pero albergo cosas bellas en mi interior.
Sueños, deseos, esperanzas.
Y amor.
Puedo compartirlos contigo, si quieres.
¿Lo entenderás?
Entra en mi mundo. Pon los pies en mi tierra y mira mis estrellas.
Es muy ruidoso y le gusta jugar conmigo, no me deja dormir por las noches, pero de día no se queda tranquilo tampoco.
Me suele acompañar a todas partes, aunque es tímido y se esconde cuando estoy con gente.
Es más bien pequeñito, pero pesa mucho y le gusta subirse a mi hombro a desequilibrarme y susurrarme cosas.
Yo intento quitármelo de encima, pero se engancha en mi pelo y, aunque logre quitármelo, es muy persistente y vuelve a subirse en cuanto me descuido.
Le gusta hurgar en las heridas y canturrear en bucle. Detesta la tranquilidad y no entiende el significado de la palabra paz. Sólo quiere divertirse a mi costa.
A veces logro ignorarlo, pero siempre se inventa una nueva forma de desquiciarme.
Sabe muy bien dónde duele, pero también conoce muy bien lo que me gusta y sabe perfectamente cómo convencerme de que haga lo que él quiere.
Porque, aunque sea un monstruo, tiene mucho encanto y es muy inteligente e ingenioso.
Pero a mi no me engaña. Es perturbador y su única intención es absorber mi energía.
Hay veces que me gana por agotamiento y simplemente le dejo ahí. Y entonces lo único que puedo hacer es coger fuerzas, quitármelo de encima y esperar a que un día aprenda la lección y se canse de jugar conmigo.
Ser guapo no es mérito de nadie. Es tu genética, no la elegiste. Incluso aunque te hayas esculpido un cuerpo a base de dietas y ejercicio, hay una parte correspondiente a la genética que no es mérito tuyo (aún así, me refiero sobre todo a las caras bonitas).
Es lógico que apreciemos el atractivo de los demás, porque estamos predispuestos a ello, pero, ¿realmente es algo que felicitarle a alguien?
"Felicidades, tus padres eligieron una pareja atractiva de la que salió una buena mezcla genética"
Suena absurdo. Pero más importante aún, ¿es bueno para nosotros?
Si la belleza es algo que de primeras uno no elige, pero es tan importante para los demás, al final sólo nos quedaría intentar acabar con nuestros defectos. Y es complicado, caro y probablemente insuficiente porque siempre va ha haber otro defecto más a corregir.
Es bien sabido que la gente que se obsesiona con su belleza nunca tiene suficiente.
Para más inri, existe el llamado "Efecto halo" por el que presuponemos mejores cualidades a la gente guapa sólo por el hecho de serlo y por lo tanto a menudo la tratamos mejor.
¿A caso podemos no fijarnos en la belleza de los demás?
Yo creo que no.
Entre que estamos predispuestos y la sociedad no hace más que hacer hincapié en ello, es realmente complicado.
Pero hay algo que sí que podemos hacer: Mirar más allá. Ser conscientes.
Nadie tiene la culpa de no ser guapo. Ni tampoco la responsabilidad de serlo.
El mundo seguirá cuando no estemos.
El mundo seguirá cuando nos vayamos.
El mundo seguirá aunque nos quedemos.
Así que no esperemos, vivamos.
Las horas pasarán aunque no las contemos.
Los trenes saldrán aunque no los cojamos.
El ruido sonará aunque nos callemos.
Así que no escapemos, sintamos.
El Sol saldrá aunque no nos despertemos
El agua correrá aunque la retengamos
Los actos serán aunque los olvidemos
Así que recuérdalo, aquí estamos.
Por mucho que algunos se empeñen en decir lo contrario, hay personas que fracasan más a menudo que otras.
Algunas personas están acostumbradas a que las cosas salgan bien.
Tan acostumbradas están a que las cosas salgan bien, que de hecho creen que van a salir bien, y cuando algo sale mal, les duele, pero no dejan una marca indeleble en ellas.
Pero para aquellos que están acostumbrados a lidiar con el fracaso continuo no es así.
No se sorprenden, ya se lo esperaban. Podría parecer que les da igual, pero no es eso. Es simplemente que si se desmoronaran cada vez que fracasan nunca estarían contentos, nunca tendrían un momento de paz ...nuestro cuerpo nos defiende como puede...
Pero a quienes acostumbran a fallar, a diferencia de aquellos cuyos fracasos son méramente anecdóticos, sí que tienen una marca. Una marca indeleble.
Gota a gota, el agua desgasta la roca.
Esta marca está en forma de etiqueta. FRACASADO.
Te lo dicen los demás, te lo dan a entender, y al final, tú mismo lo acabas creyendo también.
Sí, se puede vivir con esa etiqueta, nuestros cuerpos aguantan como pueden e inventan formas de sobrellevarlo.
Hay quienes no aceptan lo que sienten y fingen que todo está bien. Hay quienes lo intentan, a veces con esperanza, otras con escepticismo. Hay quienes se rinden y simplemente, se dejan llevar no les culpo.
Pero todos ellos tienen una cosa en común: una mochila muy pesada y un largo y duro camino por delante.
Y tú puedes ayudar.
Procura no poner más obstáculos delante.
No destruyas a quien ya está magullado. Empatiza. Nadie falla porque quiera hacerlo, sino porque no sabe o no puede.
Ten paciencia, los cambios no se producen en un día.
Aparta cuando no puedas aportar.
Y sobre todo, no le digas nunca a alguien que no lo está intentando lo suficiente porque tú no tienes ni idea de cuanto lo está intentando, ni de cuantos recursos dispone.
No importa que te griten o que susurren a tus espaldas. No dejes que te toquen sus palabras. Que te miren por encima que te ignoren mientras hablas No te calles. No sucumbas a su trampa. Si te aprietan, te presionan, te corroen, te apalancan te hostigan, te envenenan, te humillan, te descartan. Si te quieren invisible, copia, y de las baratas y tu eres única, irrepetible, libre y tuya, les desarmas. Porque al mal entendedor no le importan mil palabras. No preguntan, te atacan, no escuchan, se ensañan. Ellos juzgan sin piedad, les da igual si así te hieren ellos creen lo que quieren, y les da igual si es la verdad. Empatía ¿para qué? si su culo es más bonito y si ven que te ha dolido te dicen "olvídate". Pero no, tú no te olvides que quieren que te rebajes tú eres más de lo que creen y algún día lo verán.
Dedicado a todos aquellos Carroñeros que cuando te ven mal, corren a rematarte.
A aquellos a los que les da igual cuánto daño pueden llegar a hacer a alguien y que, aunque vean que son dañinos, no quieren cambiar.
Se queda atascado en un limbo entre el recuerdo y el olvido. Cómo si tu memoria no fuese del todo capaz de soltarlo. Pero tampoco lo quiere en presente.
Y es que ves a quien tanto te importaba y ya no es nada.
Genera una especie de incomodidad; por un lado todo se acabó y lo sabes, pero por otra parte, echas de menos sentir algo. Ahora es una persona totalmente desconocida, pero una vez no fue así y no sabes con cual de las dos quedarte.
¿Cuánto queda del tú que conocí?
Los sueños te traicionan y te hacen recordar lo que sentías en el pasado. Y aunque flaquees y al final decidas que te importa, tampoco eres realmente capaz de volver a tener a esa persona en tu vida, porque aunque es cierto el dicho de "Dónde hubo fuego, cenizas quedan" también es cierto que las cenizas ya nunca más volverán a arder como antes de ser consumidas.
Tú quieres que te importe, o que deje de hacerlo por completo, pero que no sea a medias.
Por favor, a medias no.
Pero da igual. No te esforzarás en olvidar. Ni en recordar.
Cuando oigas su nombre no podrás evitar poner la oreja.
Cuando le veas por la calle habrá un breve instante en el que pensarás en lo bonito que era todo antes, pero lo olvidarás en cuestión de segundos.
Cuando eches de menos todo prometerás volver a hablar, mantener el contacto, pero tal vez ni te atrevas a dirigir palabra.
Cuando parezca que lo has olvidado del todo, resurgirá su nombre en tu cabeza y volverás a hacerte la misma pregunta: ¿Por qué?
Y seguirá en el limbo.
Como una flor que ya no es flor.
Marchito.
Siempre habrá un rincón de soledad en mi que te pertenezca.
Dedicado a M, a H, a S y en general, a todas las personas que creí que serían siempre alguien importante en mi vida y se quedaron en un simple alguien.
¿Nunca te ha pasado de estar en medio de una pelea y comenzar a reírte sin ningún motivo?
¿Alguna vez te han dicho una buena noticia y no te ha alegrado en absoluto?
¿No te ha pasado que a veces crees que vas a reaccionar de una forma ante una situación, y cuando llega la situación reaccionas de cualquier forma, menos la pensada?
Siempre me ha sorprendido.
Siempre me he sorprendido a mi misma haciendo lo más inesperado, en el momento más insólito.
Es curioso, da igual cuanto nos conozcamos, siempre parecemos guardar sorpresas, cómo si no quisiéramos aburrirnos de nosotros mismos.
Algunas cosas que parecían importantes, luego resultan no serlo. Y otras cosas, tal vez cosas pequeñas, al final resultan ser imprescindibles.
Hasta ese momento, pareciese que estuviésemos en un sueño recurrente. En un círculo vicioso.
Pero cuando llega el momento, la misma cantinela de siempre, ya cansa.
Y ante la misma situación, ya no haces lo de siempre. Haces algo nuevo.
Y cuando creías que nada iba a cambiar, todo cambia. Enhorabuena, hoy eres libre.
No, nunca soy suficiente para ti.
Da igual que haga una u otra cosa. No importa el esfuerzo, los cambios a mejor, la paciencia. Nada.
Porque nada de lo que yo haga cambia tu forma de actuar.
Nunca me vas a apoyar. Contenerme cuando se me derrumba el mundo y mi voluntad flaquea.
Sólo pones más piedras en mi camino.
Si mejoro, nunca es suficiente.
Si necesito descansar, es un pecado.
No te importan mis sentimientos, sólo mi desempeño.
Todo lo que hago es fácil, un juego de niños.
Si una vez me ha salido algo bien, me tiene que salir todo el resto de veces aún mejor. Sin importar que cada vez sea más difícil.
No tengo derecho a tener mi propio criterio. Mis propios pensamientos, ilusiones, intenciones.
Mi propia vida.
¿Sabes? Nunca voy a ser lo que esperas.
No soy tu expectativa. Ni deseo serlo.
Soy un ser individual. Nada de mi te pertenece.
Y no. Nunca en la vida me has entendido.
Siempre vas a tratar de cambiarme. Porque eres incapaz de verme tal y como soy.
Y sobre todo, incapaz de quererme.
Me rebelo contra la indefensión aprendida. El problema no soy yo. Eres tú.
Podría ser mañana, en una semana. O dentro de uno, diez, cincuenta años.
Ahora mismo, incluso.
Tú no lo controlas.
Podría ser mientras duermes y no darte cuenta, o ser totalmente consciente de ello.
Podría ser de millones de formas. Quizás duela, tal vez no.
Si lo miras desde fuera, no es para tanto. Eres uno entre millones. Una mota más de polvo estelar.
Con suerte, lo notarán unos pocos, y el mundo seguirá avanzando, imperturbable.
Puede que haya algo después. O puede que no.
Seguro que tienes tu teoría, sí, pero no lo sabes con certeza.
Después de todo, ¿qué sabes con certeza?
¿Existirá algo que sea para siempre?
Las cosas que tenemos gradualmente desaparecen. El pasado está borroso, el futuro es incierto.
Aunque llegue mañana, tú ya no serás el mismo tú de hoy.
Y entonces, ¿qué nos queda?
¿Hay algo que nos pertenezca?
Lo hay. Hay una cosa que nos pertenece. Este momento.
Todo lo que tenemos, todo lo que somos ahora mismo. Lo que pensamos, lo que hacemos, lo que sentimos. Hoy nos pertenecemos.
Este momento es nuestro.
Para siempre.
Infinito.
Aunque mañana tú no seas tú, y yo no sea yo,
ahora somos nosotros, y este es nuestro momento.
Aprovecha el día
o muere arrepintiéndote del tiempo perdido.
Me siento vacío y frío sin ti aquí,
demasiada gente por la que sufrir.
Veo mi visión quemándose,
siento que mis recuerdos se desvanecen con el tiempo.
Pero soy demasiado joven para preocuparme.
Estas calles que transitamos,
sufrirán nuestro mismo pasado perdido.
Te encontré aquí, que por favor quédate un rato,
puedo seguir adelante contigo alrededor.
Te entrego mi vida mortal, pero, ¿será para siempre?
Yo haría cualquier cosa por una sonrisa,
sosteniéndote hasta que el tiempo acabe.
Los dos sabemos que llegará el día,
pero no quiero dejarte.
Veo mi visión quemándose,
siento que mis recuerdos se desvanecen con el tiempo.
Pero soy demasiado joven para preocuparme.
Una melodía, un recuerdo,
o simplemente una imagen.
Aprovecha el día o muere arrepintiéndote del tiempo perdido. Me siento vacío y frío sin ti aquí, demasiada gente por la que sufrir.
Las vidas de los recién nacidos
nos sustituirán a todos nosotros,
el cambio de esta fábula en la que vivimos .
Ya no seremos necesarios aquí,
así que ¿a dónde deberíamos ir?
¿Va a emprender un viaje esta noche,
me siguen allá de las paredes
de la muerte?
Pero, muchacha, ¿qué pasa si no hay vida eterna?
Veo mi visión quemándose,
siento que mis recuerdos se desvanecen con el tiempo.
Pero soy demasiado joven para preocuparme.
Una melodía, un recuerdo,
o simplemente una imagen.
Aprovecha el día o muere arrepintiéndote del tiempo perdido. Me siento vacío y frío sin ti aquí, demasiada gente por la que sufrir.
Senderos en la vida,
las cuestiones de nuestra existencia aquí,
no quiero morir solo sin ti aquí.
Por favor, dime que lo que tenemos es real,
Así que, ¿qué pasa si no te tengo,
o beso tus labios otra vez?
No quiero dejarte nunca a ti
ni dejar de ver nuestros recuerdos.
Te suplico que no me dejes.
Aprovecha el día o muere arrepintiéndote del tiempo perdido. Me siento vacío y frío sin ti aquí, demasiada gente por la que sufrir.
Senderos en la vida,
las cuestiones de nuestra existencia aquí,
no quiero morir solo sin ti aquí.
Por favor, dime que lo que tenemos es real,
Silencio. Me perdiste, no hay oportunidad para un día más.
Estoy aquí solo.
Alejándome de ti, sin oportunidad de volver a casa.
PD: sí, he traducido la canción entera como yo la entiendo.
Hacetiempo, yo era una adolescente enamoradiza.
Me encantaban las novelas de adolescentes, las canciones de amor y las comedias románticas. Soñaba con vivir mi propia aventura amorosa y creía que era imposible que alguien se enamorase así de mi. Era una cursi.
Estaba enamorada del amor. Típica adolescente,¿no?
Pero crecí, estuve con chicos, sufrí y me desencanté del amor. Lo odié. Darlo todo y acabar con el corazón roto. O que te den todo y no ser capaz de corresponder.
Las noches en vela.
Las rupturas.
La presión en el estómago. El desequilibrio.
Me horrorizó darme cuenta de que necesitaba estar con alguien para ser feliz o que alguien me pudiese necesitar a mi.
No quería depender de alguien que lo mismo un día me quería y al día siguiente me había olvidado.
Deseé que me bastase con mi amor propio.
Quise ser totalmente independiente, ser feliz estando sola.
Renegué del amor ajeno.
En consecuencia, busqué amarme a mi misma por todos los medios. Y no era tan simple.
Tenía y tengo aún defectos.
Me miraba al espejo y no siempre me gustaba lo que veía.
Algunos días era genial y otros me sentía en la mierda.
Con el tiempo aprendí a mirar más lo bello de mi y menos lo más feo.
Pero aún así amarme a mi misma era complicado.
Por mucho que no quieras verlas las cosas malas estas siguen ahí. Y decir que lo aceptas es muy fácil, hacerlo en cambio...
Me obsesioné con ser perfecta sin darme cuenta.
Traté de eliminar mis defectos y aumentar mis virtudes para poder amarme. Para poder sentirme segura.
Es evidente que no tenía ni idea de en qué consiste la seguridad. Y, entre otros muchos "defectos" que suprimí, estaba la yo enamoradiza, cursi y vulnerable.
Por supuesto, seguía estando ahí, pero era una parte de la que me avergonzaba y que trataba de tapar bajo capas de indiferencia. Es más fácil que no te hagan daño cuando las cosas no te importan.
Parecía que tenía más controlada la situación. Me sentía menos vulnerable.
Pero en realidad no era así.
No era yo misma. No estaba segura. Y desde luego, no me quería de verdad.
Simplemente me conformaba con un lugar cómodo, pero ese lugar no era el lugar donde yo quería estar realmente.
Durante ese tiempo, seguía saliendo con chicos, pero me reservaba mis sentimientos y el amor se convirtió en un juego de estrategia. Podía soñar cosas, podía esperar cosas, pero jamás se me habría ocurrido admitirlas, ni mucho menos pedirlas. Estaba equivocada.
No puedes amar a alguien que no existe. No puedo amar a una yo perfecta.
Es curiosa la forma en la que me llegó este descubrimiento: sólo necesité ver a personas a las que yo amo siendo incapaces de amarse por no ser perfectas.
Si yo podía amarlas con sus imperfecciones, ¿por qué no iba a poder hacer lo mismo conmigo?
Ahí me topé con mi verdad: para amarme a mi misma, tenía que aceptar que yo amo a otras personas, incluso cuando esto me hace vulnerable.
Que deseo, que siento, que sufro.
La gran paradoja del amor propio: amarse a si mismo consiste en amar las cosas que amas, odiar las que odias y aceptar(te)lo.
No olvides que las cosas que sientes son parte de ti.